Hasta ahora hemos esbozado una teoría de cómo la mente, en su interacción con el medio ambiente, puede generar un proceso de enfermedad, ligado fundamentalmente a la detonación de mecanismos de defensa químicos que, de manera crónica o aguda, llegan a convertirse en agentes tóxicos para el funcionamiento de un organismo. Ahora veamos como la misma mente —o el software de la biocomputadora humana— también es capaz de desencadenar un proceso de sanación.
Los mecanismos por los cuales se produce la sanación psicosomática son menos conocidos que los mecanismos por los que se produce la enfermedad psicosomática. Fundamentalmente se sabe que aquellos factores que inhiben la hormonas relacionadas con el estrés, generando estados de relajación, son los responsables de propiciar estados benéficos para la salud. La relajación puede ser entendida entonces como el opuesto psicosomático del estrés, pero su definición está dada justamente en relación al estrés y no tanto por sí misma. Los beneficios de prácticas como la meditación, el neurofeedback, el yoga u otras disciplinas tienen que ver fundamentalmente con promover la relajación y reducir el estrés.
Otra de las formas en las que se entiende la sanación psicosomática tiene que ver con el efecto placebo. Hoy sabemos por numerosos estudios médicos que el placebo es algo recurrente, pero no conocemos a ciencia cierta como es que opera. Existen, sin embargo, algunas pistas dentro del incipiente campo de la psiconeuroinmunología. El trabajo del hipnotista Ernest Lawrence Rossi es en este sentido uno de los grandes referentes. En su libro “The Psychobiology of Mind-Body Healing”, Rossi relata el caso de un paciente, el Sr. Wright, quien mostró una radical respuesta al placebo (el caso fue documentado por el Dr. Phillip West). El Sr. Wright tenía numerosos tumores del tamaño de órganos y se le pronosticaba apenas unas semanas de vida cuando escuchó sobre un nuevo medicamento para tratar el cáncer llamado “Krebiozen”. Entusiasmado, convenció a su médico para que le administrará este medicamento. Desde antes de recibir el medicamento el Sr. Wright ya mostraba un talante de radical mejoría y después de que se le administrará una inyección en un plan de diez días, sus tumores habían prácticamente desaparecido. Dos meses después reportes en la prensa sobre el Krebiozen hacían referencia a que las pruebas clínicas no habían obtenido buenos resultados. Esto inmediatamente deprimió al Sr. Wright, quien volvió a desarrollar tumores. Pero el Dr. West había detectado lo sucedido y le comentó que los medios estaban desinformando y que había una nueva cepa de la medicina de mayor potencia. La recuperación de su tumor terminal fue aún más dramática. El Sr. Wright se mantuvo dos meses sin síntomas, pero lamentablemente un reporte de la Asociación de Médicos de Estados Unidos llegó a sus manos en el que simplemente determinaba que este fármaco era inútil. Poco después murió.
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